Ayer, dando un paseo por el mercado, compré un ramo de flores precioso.
Llegué a casa, corte los tallos a medida de mi jarrón favorito y al ir a ponerlas en agua, arrancando las hojas sobrantes del tallo, se me pasó por la cabeza que aquel color verde tan bonito, podría «dar color».
Cogí las hojas, las metí en agua al micro hondas y me llevé una decepción: el verde se quedaba en las hojas. ¡Qué pena, tenía ganas de experimentar!
Así que mirando a ver qué tenía por casa, en el estante de las especias había un botecito con un polvo amarillo: azafrán.
Cogí la lana, una Bluefaced Leicester que era la primera vez que la hilaba y que era tal que así:
Hice la madeja, la até bien para que no se liase en la olla de teñidos y la puse a remojar en agua.
Soy muy impaciente, he de reconocerlo, ya que mi profe de hilado me aconsejó dejar reposar la lana en la bobina, pero me puede la curiosidad y tuve que utilizar esta lana sin reposo.
Lo siguiente fue meter la lana remojada en una olla con más agua y añadirle azafrán «al gusto», hasta que el color nos convenza.
El problema de los tintes naturales es que necesitan mordiente para fijar el color y no tenía ninguno, pero recordé la Feria de la Lana de la semana pasada y cómo se podía aprovechar los recursos que teníamos a mano. No tenía sulfato de cobre pero tenía esto:
Unas pulseras de cobre que compré al peso hace tiempo. Así que las añadí a la olla con la lana, el azafrán, un puñado de sal y un chorretón de vinagre y lo puse al fuego muy lento, sin que llegase a hervir, unos 30 minutos. Pasado el tiempo, lo dejé enfriar y esta mañana lo pasé por agua limpia hasta que la lana dejó de soltar color.
No sé si fue una cuestión de suerte o simplemente la cosa funcionó, porque el resultado fue este:
Ahora hay que esperar a que se seque.
El azafrán, como podéis ver, da un color amarillo precioso, estoy orgullosa del experimento.
Es distinto del color que dan las nueces, es más amarillo, menos dorado, pero es precioso.
¿Os animáis? Es sencillo y se hace con cosas de andar por casa, sin complicaciones 😉
¡ay! ¡que bonito es el color!. Ya veo que te animas a todo. Felicitaciones.
Ana gracias, es que en esta vida hay que experimentar 😉
Me encanta este color, es precioso!
Con que a esto te referías!! Y yo buscando sulfato de cobre como una loca. Si es que quien no se remedia es porque no quiere. Dime una cosa, usaste azafran en hebra o el colorante de toda la vida?
Laia, sí que lo es 😀
Pilar: del de bote de colorante de toda la vida que el otro es más caro 😉
el otro día buscando por la red, me enteré que con los colorantes de reposteria también se puede teñir lana. Quizás me atreva,como tú ,ha hacer un experimento con los que tengo en casa. Si las tartas salen con esos colores tan bonitos, vale la pena.
Noemi, yo casi prefiero probar con la lana antes que con las tartas: comer algo con esos colores tan raros me da cosa :-$
Tus trabajos son preciosos, te felicito por ellos
saludos
Josefina
tijerasycuchara.wordpress.com
Gracias Josefina, las cosinas de tu blog también tienen una pinta excelente 😀